8.25.2006

"Se me hunde el alma" repite Jonás en el parque. Sentado en un banco de madera antigua. El cielo gris huele a desesperanza. Las palomas picotean a su alrededor, no le temen, incluso se posan sobre su cabeza como si de una estatua se tratara (y quizás no estén muy equivocadas). "Se me hunde el alma" levanta la voz, mas no logra que pase por encima del piar de los gorriones. Una gota cae suavemente desde el cielo justo sobre su nariz, resbala todo lo largo hasta caer sobre su regazo. Él la mira con silencio resignado. Y Jonás grita a viva voz: "SE ME HUNDE EL ALMA". Empieza a llover. La gente corre de un lado para otro, recogiendo sus cosas y refugiandose en sus hogares. Nadie parece darse cuenta de su presencia. Ya viejo y consumido ha pasado a pertenecer al compartimento estanco de la vida. Rancio limbo.

3 comments:

Lautréamont ante el Océano said...

Jonás no puede perecer así. Me niego a aceptarlo.

Musaraña Rabiosa garras de acero Wong said...

Jonás tiene mil vidas, una por cada sentimiento, por cada emoción.
Jonás somos todos.

Anonymous said...

PLAS PLAS PLAS PLAS!!!!
Aquí se ve un cambio importante, y muy bueno.
Jonás me tiene inquieta... pero ya no impaciente.
Besico!
M.Manhunter