5.08.2009

Trágica es la vida que me ha tocado vivir, dice el poeta. ¿Tengo una vida por vivir?, se pregunta el hombre mundano. Aachtss, estornuda el gato cuando huele la planta en flor. Pero Jonás no piensa como ninguno de ellos. Él camina sobre una cuerda delgada, con su frágil equilibrio. Desnudo. Intenta no mirar a su derecha, y menos a su izquierda; abrumado por el vértigo de sentirse tan por encima.  Alguien grita: 'Jonás habla de una vez'. Pero su voz es débil por la desconfianza en los demás.  Un paso más por la cuerda, un poco más sobre el abismo. Los ácidos del estomago le presionan el hiato. Y más voces claman desde el fondo, dulces fantasmas de la imaginación; Jonás nunca a conocido a nadie. Anacoreta. Cual Kaspar Hauser, tuerce el gesto ante los guturales fonemas que le espetan. Otros seres, no tan humanos como él, se acercan y le buscan. ¿Que querrán, que buscarán? 'No tengo pildoras de Soma, ni cuencos con maná. Alejaos  de mí, y dirigid vuestras oraciones hacia otro ser ficticio'. Olvidado.  Un descarado rayo de sol primaveral repta por el suelo sigilosamente, como intentando no ser visto se acerca cada vez más a la puerta. De improviso, la puerta se abre y un enfermero con bata no tan blanca dice: 'Jonás tienes visita'.

2 comments:

edujante said...

hola!
he caído en tu blog a través del de Marta y debo decir que tu fragmento en prosa me ha sorprendido. Muy fino si señor. Ha sido cómo leer a los rusos. Muy personal y un gran estilo, denso, cómo tiene que ser la literatura de la vieja europa y existencial hasta el tuétano.
Bravo, felicitaciones. ;)

Anonymous said...

hola me llamo eliana soy de argentina y es verdad y no es un cuento lo dice tambien la iglesia universal